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Por Manuel González Gajate

La provincia de Salamanca acogió el VI Rallye Europeo de Packard, un evento que cada dos años reúne en diferentes países a los propietarios de esta prestigiosa marca americana. Congregar casi una treintena de ejemplares es complicado y requirió el gran esfuerzo de organización del Club Packard Ibérica presidido por Manuel González Díaz, recompensado con los mejores modelos que, en palabras de Geo Hamlin, Vicepresidente del Club Packard de ámbito mundial 'el nivel de los Packard en Europa es superior al de USA, donde presumimos de haberlos fabricado'.

DE TODOS LOS RINCONES
La vocación internacional de este evento, con cuatro idiomas oficiales, se vio recompensada con la participación de Werner y Roswitha Kranke quienes recorrieron la envidiable aventura de los 5.300 kilómetros desde Ruhland, al este de Alemania, con su Super 8 de 1937, demostrando la eficacia de la mecánica Packard. Menos arriesgadas fueron los viajes del belga Monsieur Butaye con un eficaz 120 de 1937, de Fernando Luzio con un 533 Six de 1928 desde Oporto, los simpáticos alemanes Jürgen y Angelika Burkhardt y los londinenses Alan y Diane Hill, quienes excepcionalmente participaron con un impresionante Hispano Suiza H6B por falta de tiempo para completar la restauración de su Packard Six de 1923.
La presencia española, que presume de tener grandes modelos en perfecto estado, fue realmente impresionante, con vehículos procedentes, de puntos tan alejados como Baleares y también Levante, Cataluña, Canarias, Castilla–La Mancha, Madrid y Castilla y León. El más moderno, un Caribbean de 1953 propiedad de Jean van Erps, destacó por su diferente estampa frente a los 'vintage', como los tres '120' de Gregorio y José Luís Bravo, Gonzalo Torregrosa o Tomeu Marí, un modelo de moda.

RECORRIDO IDÓNEO
El Rally comenzó en Salamanca el domingo 20 de mayo con la recepción oficial y bienvenida. Al día siguiente, la ruta enfiló hacia la Sierra de Francia, entorno elegido para las actividades del evento, con su epicentro en La Alberca. En un mayo muy lluvioso, la organización supo reaccionar ante los chaparrones y cambió el recorrido del segundo día, dejando la ascensión a la Peña de Francia sólo para los más osados mientras que la caravana Packard pasearía por Las Hurdes descubriendo recónditos paisajes naturales. Con la ascensión a la meseta, algunos por el duro Puerto de Las Batuecas, como José Pujol con su Eight Dietrich de 1928 o Jaime Queralt-Lortzing en su Six de 1927, todos volvieron a La Alberca tras otros 100 Km. de carreteras exigentes pero deliciosas

CAMINO A LA CAPITAL
El miércoles llegó la Sierra de las Quilamas, con parada en la cuneta, no para auxiliar a ningún coche, sino para reponer fuerzas con el mejor embutido de la tierra. La caravana resultaba impresionante circulando a velocidades entre 50 y 60 km/h hasta Miranda del Castañar, una perla en la Sierra, que acogió con sus mejores galas a los aficionados antes de finalizar esta tercera etapa. El penúltimo envite llegaría hasta la medieval Ciudad Rodrigo antes de completar los 600 Km. de recorrido hasta la monumental capital charra. Su Plaza Mayor se abrió, una vez más, para mostrar a los salmantinos un Patrimonio Automovilístico vivo, digno de las mejores colecciones, mientras los participantes eran agasajados por las autoridades locales.

La Cena de Gala y la entrega de premios y recuerdos puso fin a esta sexta edición cuyo testigo recoge el Club danés para 2009 La Diputación Provincial de Salamanca con su decidido apoyo en la promoción turística, entregó al burgalés Gerardo Santaolalla la 'Encina de Plata' por su Packard Six Touring de 1922 según votación de todos los participantes, mientras que José Tomás recibió el premio del Club Packard al mejor coche con su Twelve convertible de 1936, un derroche mecánico en la más bella carrocería.

SIN INCIDENCIAS
Como rezaba el slogan de la marca: 'ask the man who owns one' (pregunte a quien tenga uno), los propietarios de Packard mostraron sus cuidados coches y alardearon de la mejor fiabilidad, pues no hubo ninguna complicación mecánica más allá de un pinchazo y un cambio de bujías, solucionada por un equipo de organización muy sincronizado.